y con pena prescripta,
pero con la edad que hubiera querido tener
para conmover un corazón con sabor a enseñanza.
Ella fue la contención de mis penas,
la piel que me conmovia por primera vez,
su mano me daba seguridad y taquícardia,
a la vez que me daba fuerzas para soltar la de mi madre.
Fueron noches de sueños como telenovelas,
donde su mirada era la gran protagonista,
sus labios rojos fueron el fruto no tocado
y eran despertares con sabor a desamores.
Con mis pantalones cortos
y mis medias tres cuartos...
nadie oyó el grito sentimental
que partía de mis entrañas.
Ella fue el amor escondido,
fue la flor no regalada...
fueron las palabras escritas en un pedazo de papel
y arrugadas en un bolsillo del guardapolvo
A pesar de mi corta edad
he conocido las heridas del amor no correspondido
y a la vez... a cada desengaño,
me llegaba un nuevo amor cada año.
No solo ha sido una instructora,
ha sido esa brisa que deseaba ver tan solo por cuatros horas...
y la persona que me regalo las letras
con las que he aprendido a endulzar cuerpos que alguna vez ame.
Raúl Bulacio
